Marzo de 2020 nos sorprendió con un mundo que cambiaba a una velocidad inesperada. Las calles se vaciaron, las puertas se cerraron y el silencio se hizo presente incluso en los barrios más ruidosos. Pero mientras el mundo se detenía, la necesidad en comunidades vulnerables como el Barrio Caracolí, en Ciudad Bolívar, se multiplicaba. Frente a esta realidad, desde Conciencia Colectiva decidimos que no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Así nació el reto #AlimentandoSonrisas 💙🥗.

Esta campaña nació con una urgencia clara: apoyar a las familias más golpeadas por la crisis sanitaria y económica provocada por el COVID-19. El llamado del Padre Julio, desde la parroquia del sector, fue el primer motor. “Necesitamos $11.500 por mercado para alimentar a cada familia”, nos dijo. Y con ese objetivo tan concreto, activamos nuestras redes, corazones y energía.

A través de redes sociales, mensajes de voz, videos y mucha esperanza, empezamos a movilizar voluntarios y aportantes. Gracias a ustedes, a los pocos días ya habíamos logrado entregar 70 mercados, y la meta crecía: ¡íbamos por 150 más! 🥫🥔

El 8 de abril hicimos una pausa para mirar lo que habíamos logrado: 250 mercados entregados, más de $11.500 subsidiados, cientos de familias beneficiadas y voluntarios trabajando día y noche con tapabocas, bolsas negras y espíritu incansable. Pero también entendimos que un mercado alcanzaba solo para una semana y media. La necesidad era constante, y nuestro compromiso también debía serlo.

La solidaridad se volvió viral. Nos unimos con organizaciones como Quántica Education, quienes ayudaron a difundir la campaña y motivar a más personas a sumarse. Surgió el reto #AlimentandoSonrisas, un llamado a donar, compartir, y movilizarse desde casa. Mientras unos compartían desde sus redes, otros lo hacían desde su billetera, desde su cocina, desde su fe.

Y entonces pasó algo hermoso. Comenzaron a llegar más donaciones. Hornitos donó 500 sándwiches, que fueron repartidos entre 50 ancianos del barrio Las Cruces —quienes pudieron desayunar con dignidad durante cinco días— y decenas de familias del barrio Caracolí. La esperanza se servía en platos, se envolvía en bolsas y se repartía con sonrisas, incluso bajo las mascarillas.

Cada entrega fue un momento especial. Recibimos abrazos con la mirada, agradecimientos con lágrimas, oraciones desde puertas entreabiertas. Familias completas que no sabían cómo enfrentar el día siguiente, de pronto tenían algo con qué preparar un almuerzo. Adultos mayores que estaban completamente solos, recibieron visitas con comida, pero también con conversación y compañía.

Gracias a esta ola de generosidad, más de 500 familias sintieron alivio durante uno de los momentos más difíciles de sus vidas. Más de 80 voluntarios se sumaron a la causa, repartiendo mercados, organizando bodegas, cargando cajas, haciendo llamadas, compartiendo publicaciones.

Desde Conciencia Colectiva aprendimos que incluso en la distancia, podemos estar más cerca que nunca. Que cuando una comunidad se organiza, los milagros ocurren. Y que la solidaridad no se mide en el tamaño de la donación, sino en la intención de transformar el dolor ajeno en una oportunidad de encuentro.

Hoy seguimos recolectando aportes y apoyando comunidades. Sabemos que la emergencia sanitaria ha pasado, pero la vulnerabilidad persiste. Por eso, el espíritu de #AlimentandoSonrisas no se detiene. Es un llamado constante a recordar lo que logramos cuando actuamos desde el corazón, y a mantener viva esa llama de compromiso social.

A quienes donaron, compartieron, se ofrecieron como voluntarios o simplemente enviaron un mensaje de aliento: gracias. Ustedes alimentaron mucho más que estómagos. Alimentaron esperanza.

¿Te gustaría sumarte a nuestras próximas campañas? Escríbenos, dona o comparte. Porque juntos, seguimos alimentando sonrisas 💙🍽️.